A continuación os transcribo íntegro un interesante artículo sobre la medicina en el Antiguo Egipto
Si quereis más datos,os recomiendo que visiteis esta página:
Hierve en médicos Egipto: médicos para los ojos, médicos
para la cabeza, para las muelas, para el vientre; médicos en fin para los
achaques ocultos (Heródoto, Historia, II, LXXXIII).
Aunque médicos, sacerdotes y magos estuvieron involucrados
en el acto curativo, vamos a describir solo el modo de trabajo de aquellos que
se ocuparon de la medicina llamada convencional, aun admitiendo los
inconvenientes que esta separación entraña cuando se estudia la medicina de la
época. Existe constancia temprana de la presencia del profesional de la
medicina en el antiguo Egipto. Era el médico o “sunu/sinu” el experto que
cumplía con el acto de la curación según consta en los conocidos papiros médicos: (…)
Tú deberás preparar un tratamiento del libro secreto de las plantas que hace el
médico (Ebers 188bis).
Por desgracia Egipto no legó documento alguno informándonos
sobre la organización de la profesión médica. Es gracias a los escritos de la
vida diaria, que ha sido posible extraer suficiente información para construir,
a grandes líneas, la organización de los médicos egipcios desde el punto de
vista profesional y administrativo. Personajes siempre presentes y bien
integrados en la sociedad egipcia.
El médico
Sin duda alguna se hizo muy necesaria su presencia pues era
el encargado de aliviar las dolencias y velar por la salud de sus
conciudadanos. Serían los primeros en ser solicitados, por lo tanto suponían el
contingente más numeroso. Salvo excepciones, ninguna información de estos
médicos generales, por definirlos de alguna manera, nos llegó por su propia
sepultura, sino más bien, por la benevolencia de algún protector más
preeminente o colega de mayor prestigio. Quizá no fuera desacertado decir que
los generalistas eran los más modestos de la profesión, los que asumían la
labor más dura e ingrata, y peor remunerada, lo que hizo que su recuerdo fuera
más difuso y perecedero.
“Inscripción en la puerta falsa de la capilla de Juy. Saqqara (Dinastía VI)”:
Aunque en ella se repiten una y otra vez los cargos directivos en Palacio, además de la máxima autoridad sobre los médicos del País, resulta tanto más interesante la acumulación de diversos conocimientos médicos del propietario: al de dentista, se le unía el de proctólogo, y otros tal vez más relacionados con la magia y lo oculto: El Jefe de los Médicos del Palacio, Conjurador de Selkis, Jefe de los Médicos del Norte y del Sur, el Venerado al lado de Anubis que está sobre la montaña, la (mejor) mano del Palacio, Juy. El Jefe de los Médicos del Palacio, Conjurador de Selkis, Director de las dos Sedes, Director del cántaro negro, Secretario del Palacio, Médico del Palacio que es el Pastor del ano, Juy. El Jefe de los Médicos del Palacio, Conjurador de Selkis, el Venerado, Jefe de los Dentistas, Juy. El Médico del Palacio que es el intérprete del arte secreto, el Venerado, Juy.
El médico especialista
Desde muy antiguo sabemos de la especialización médica en
sus diferentes ramas del saber; y así lo expresaba Heródoto (Historia II): La
medicina se distribuye en Egipto de esta manera: cada médico trata una sola
enfermedad no varias. Hoy en día, sabemos cómo y de qué manera los antiguos
egipcios designaban las disciplinas médicas más usuales. Al respecto, conviene
aclarar que la definición de especialista era imprecisa, en tanto que no hay
constancia que para serlo, el galeno tuviera que pasar por una formación
básica. Aun así, estamos al corriente de algunos oculistas, swnw ir.ty,
literalmente el “médico de los dos ojos”. Numerosas son las prescripciones de
aplicación ocular en el papiro de Ebers conformando un capítulo bien
individualizado de la especialidad. Asimismo aparecen citados los que atendían
las enfermedades digestivas con la denominación de swnw Xt: el “médico del
vientre”. Diodoro (Biblioteca Histórica I) nos recuerda lo preocupados que eran
los egipcios por la limpieza de su tracto digestivo, usando vomitivos y
lavativas para asegurar su salud y prevenir las dolencias. Había otra
especialidad que esconde una acepción tan misteriosa como curiosa: nrw
pHw.t que se traduciría como el “pastor del ano” y que recuerda la
práctica que en la actualidad incumbe al proctólogo.
Ataúd del médico Gua (Museo Británico EA 30840)
Diversos documentos descubren al dentista (ibH), lo que
unido al nombre de médico, hizo que quedara registrado para la posteridad como
“el de los dientes”, o dicho de otra forma, en el sentido de tratar o
cuidarlos. Sin embargo, había entonces como ahora, profesionales que aplicaban
los cuidados dentarios como sucede con los higienistas. De la especialidad encontramos
evidencias en los papiros de Ebers, Hearst, Kahun y Chester-Beatty exponiéndose
agrupadas una serie de recetas bajo los epígrafes: “Consolidar los dientes” o
“Detener las inflamaciones o las Hemorragias gingivales”. Sabemos de otra
actividad dentaria bien curiosa: la confección de prótesis; aunque se conocen
algunos ejemplares, poco importa de cuál fue su uso si para el cosmético o embellecimiento
del cadáver. Había otra especialidad que alude al que “entendía y conocía los
órganos del cuerpo humano escondidos ante los ojos”. Y el título de aquel que
interpretaba los líquidos (o humores): swnw Aaa mw m Xnw nTnT.t (“netnetet”).
Como en la actualidad, también entonces, el médico no tenía prejuicios a la
hora de acumular varios saberes sin que hubiera entre ellos relación, tanto es
así, como que un práctico de los dientes podría ser proctólogo y, a su vez,
intérprete cualificado de todos los órganos del cuerpo; o que otro fuera un
experto oculista y de las dolencias gastrointestinales.
La jerarquía médica y el destino profesional
La función médica se regía por una estricto organigrama
siempre controlado por un estado omnipresente que decidía desde el lugar hasta
la categoría profesional del ejercicio. Como cualquier funcionario del estado
faraónico, el sanitario, que ambicionaba el ascenso desde el título genérico de
“sunu” (el medico) conseguía el de wr swnw que, al pie de letra,
significa “el más grande de los médicos”, aunque parece más correcto -o al
menos más próximo- traducirlo como “El jefe de los médicos”. Los siguientes en
categoría eran el sHD swnw y el imj-rA swnw, con los que
identificamos al “Inspector y Director de los médicos”, respectivamente; un
solo médico obtuvo este puesto y fue además una mujer (”Peseshet”), testimonio
excepcional en el ámbito de la profesión, que vivió durante el Reino Antiguo, y
cuya reseña histórica se encontró en una estela de la mastaba de su hijo
Ajethotep. Su título, (imy.t-rA swnw.t Hm.w kA), objeto de sesudos debates, se
podría traducir así: “La directora de las médicas y de los sacerdotes del Ka”.
Ya es notable, que en aquellos lejanos tiempos, una dama ostentara una
responsabilidad tan eximia. Se desconoce si los citados cargos (inspector,
supervisor), junto con los de xrp swnw (“Administrador de los
médicos”) y Hry swnw (“Uno con autoridad sobre los médicos”), eran
médicos o administrativos.
Estatua del Jefe de los médicos. Foto de Joan Miralles.
Udyahorresnet Museo Vaticano (22690)
De la instancia sanitaria suprema se encontraron precoces
testimonios en tumbas de la Dinastía IV tales como: wr swnw mHw (“El
jefe de los médicos del Bajo Egipto”) bajo cuya dirección estaban los médicos
adscritos a esta demarcación; y de manera complementaria había el wr swnw
Sma (“El jefe de los médicos del Alto Egipto”); y asumiendo ambos cargos: wr
swnw mHw Sma (“El jefe de los médicos del Bajo y Alto Egipto”). Estos
individuos coronaban, y de momento no hay datos que lo contradigan, el punto
más álgido del edificio sanitario semejante al actual Ministro de Sanidad que
velaba por la calidad y la moral, el buen funcionamiento del cuerpo médico de
acuerdo con lo establecido por la tradición; de su importancia se deduce que la
responsabilidad se mantuvo a lo largo y ancho de la historia faraónica. No
obstante, existen referencias de otros honores que podrían situarse por encima
del antedicho y, cuyo papel, queda en el reino de la conjetura: “Intendente de
la Casa de la Salud”, y “El Jefe del secreto de la curación en la Casa de
Thot”, por citar sólo algunos.
El óstrakon (Cairo, J 51518) registra el listado de las
raciones que recibían los trabajadores de la necrópolis real (Deir el-Medina).
En una época sin moneda, el salario se satisfacía con materias primas
alimentarias que, a su vez, se intercambiaban con productos vegetales,
pescados, carnes, u otros artículos de uso corriente. La cuantía de aquéllas
estaba en proporción con el esfuerzo físico laboral. La escasa
remuneración del médico sugiere su integración en la plantilla laboral y,
además, un cobro adicional por cada servicio extraordinario, habitualmente de
corta duración, que realizaba entre otros muchos al cabo de la jornada.
Muy pocos tuvieron el privilegio de ejercer, adjuntado su
título fundamental (“sunu”), al de pertenencia pr aA (“Palacio”), que
los vinculaban a la administración de La Corte para propiciar los cuidados
médicos al monarca, su familia, y también al entorno regio. En ocasiones el
rango se expresaba implícitamente mediante fórmulas algo más complejas: wr
swnw n nb tAwy (“Jefe de los médicos del Señor de las Dos Tierras”). Era
la plantilla de Palacio -centro rector de toda actividad médica que irradiaba
al resto del país-, la que bajo las órdenes del Rey, reunía a médicos generales
y especialistas (de las disciplinas más necesarias: dentista, oftalmólogo,
etc.; y hasta el “médico de la casa de la esposa real”: swnw n pr Hm.t
nswt, etc.). Quizá la cercanía a la persona real implicaba que el “galeno”
gozaba de un prestigio aún mayor que el resto de sus colegas más alejados de la
Corte, independientemente del honor alcanzado. Sin duda los más capacitados y
prestigiados se reclutaban guiados por su fama, aunque el sumo privilegio del
título palaciego, a modo de “Consejero aúlico para asuntos médicos y de salud
pública”, se alcanzaría cuando se aunaba el conocimiento con la máxima
confianza otorgada por el poder regio.
El destino laboral del médico en un colectivo, es de suma
importancia para comprender la atención diaria de la salud de los trabajadores
en las obras impulsadas por la administración. Sin duda, más aquí que en
cualquier otra parte, es donde la figura del médico se consagró como un
funcionario al servicio del Estado. Al principio de la Dinastía IV se acuñó la
expresión: grg.t que sustenta el concepto de un grupo de personas que
vivían en un mismo suelo supeditados bajo una sola autoridad. En consecuencia,
el swnw grg.t o swnw mr.t, se responsabilizaría de los cuidados
sanitarios de una fundación faraónica, dominios funerarios, templos (“médico
del templo de Amón”: swnw n pr Imn), explotaciones mineras, expediciones,
o el mismo ejército. Hay que incluir en estos ejemplos al “médico de la
necrópolis” (Lugar de la Verdad): swnw m st mAa.t, pues este era el lugar
al que estaba adscrito.
En el siguiente listado del “Papiro de la huelga de Turín” (Ramsés III) se enumeran los pagos de Ueserhat a un médico y una nodriza, el juramento de que el primero no abandonará a sus tres hijos después de la muerte de su mujer quizá durante el parto. Cómo se verá a continuación, el pago a la nodriza que trabajaba durante más tiempo, era muy superior al del médico: “Año veintinueve, último día del cuarto mes de la inundación. El total entregado al médico”: aguamanil de bronce, hace cuatro deben; una bella cesta-denyt, hace cinco deben; dos pares de sandalias, hacen cuatro deben; un bastón, hace medio debén; una cesta con tapa, hace un cuarto de saco; una bella cesta-denyt, hace cinco deben; aceite de ricino, dos henu, hace medio saco; caja-sheqer de madera, hace dos deben; una bonita estera, hace un cuarto de saco. Total: 22 deben. “(Artículos) para la nodriza que son propiedad de Ueserhat:tres collares de jaspe rojo, hacen quince deben; una pieza de leña, hace diez deben; una cesta-sheqer, hace dos deben, un peine de marfil, hace dos deben; un par de correas para sandalia y un henu de grasa, hacen un deben y medio. Total: 30 deben y medio de cobre...
En el siguiente listado del “Papiro de la huelga de Turín” (Ramsés III) se enumeran los pagos de Ueserhat a un médico y una nodriza, el juramento de que el primero no abandonará a sus tres hijos después de la muerte de su mujer quizá durante el parto. Cómo se verá a continuación, el pago a la nodriza que trabajaba durante más tiempo, era muy superior al del médico: “Año veintinueve, último día del cuarto mes de la inundación. El total entregado al médico”: aguamanil de bronce, hace cuatro deben; una bella cesta-denyt, hace cinco deben; dos pares de sandalias, hacen cuatro deben; un bastón, hace medio debén; una cesta con tapa, hace un cuarto de saco; una bella cesta-denyt, hace cinco deben; aceite de ricino, dos henu, hace medio saco; caja-sheqer de madera, hace dos deben; una bonita estera, hace un cuarto de saco. Total: 22 deben. “(Artículos) para la nodriza que son propiedad de Ueserhat:tres collares de jaspe rojo, hacen quince deben; una pieza de leña, hace diez deben; una cesta-sheqer, hace dos deben, un peine de marfil, hace dos deben; un par de correas para sandalia y un henu de grasa, hacen un deben y medio. Total: 30 deben y medio de cobre...
La factura se cerró ante testigos: el tribunal compuesto por el jefe de trabajadores, el escriba de la necrópolis y todos los trabajadores y, al final, el juramento del padre.
Sabemos de su quehacer y demanda, por la gran cantidad de
artesanos que trabajaron en Guiza durante los años de construcción de los
complejos funerarios. Esta atención sanitaria tan compleja precisó de un eficaz
ordenamiento del cuerpo médico según quedó constancia en el nombramiento “ad
hoc” del “Jefe de los médicos de la necrópolis tebana”. Es importante destacar
que el doctor no estaba integrado en el grupo laboral aun cuando era un
trabajador adjunto al mismo, y con domicilio fijo, según constaba en el
catastro de la época. Y esto es sabido, por los listados de trabajadores (sobre
todo de la Dinastía XX) en los que al final figuraba el pA swnw (“el
médico”); denotando que no se trataba de una presencia inusual.
Por uno de estos documentos (Papiro de Turín 2071) vemos en
detalle cuánto era el salario del médico, quedando por detrás de dos escribas y
un portero. Tal vez lo cobrara en proporción con el número de servicios
realizados, además de lo que recibía del estado, mientras que sus convecinos lo
harían por jornal completo. Finalmente, como parte de la administración
central, el cuadro profesional médico en el antiguo Egipto, funcionó como una
estructura compleja, muy jerarquizada, y siempre bajo el control del gobierno
supervisado por el visir y en última instancia por el faraón.
Bibliografía
Ghalioungui, P. (1981): “Conference: Les Médecins de
l´Égypte Pharaonique”, L´atelier d´Alexandrie, 1-28.
Ghalioungui P. (1983): The Physicians of Pharaonic Egypt,
Al-Ahram Center For Scientific Translations, Cairo, A.R.E.
Jonckheere, F. (1951): “Le cadre professionel et
administratif des médecins égyptiens”, Chronique d´Égypte, nº52, 237-268.
Nunn J. F. (1996): Ancient Egypt Medicine, British Museum
Press.
Von Känel F. (1984): Les Prêtes-Ouâb de Sekhmet et Les
Conjurateurs de Serket, Presses Universitaires de France.
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