COLECCIÓN ALMAS
Una obra singular, lenguaje simbólico, color y forma en
comunión con la esencia universal, una vida como símbolo de las vidas de toda
una humanidad, vanidades, pasiones, miedos, ignorancia, sabiduría,
sensibilidad, belleza; en suma, el error y la virtud en una obra completa,
contemporánea, a compartir hoy para el que tenga <<ojos para ver y
oídos para escuchar>>, vean y se escuchen así mismos, y si encuentran
resonancia, habrán encontrado su propia esencia Una, eterna e infinita. He aquí
una obra que nos retrotrae, por analogía, por reminiscencia, por resonancia o
por intuición intelectual a la “Gran Obra”. Y si el Arquetipo es el punto
inicial o modelo a partir del cual se despliegan las copias, como las huellas
dactilares todas similares pero ninguna igual, encontraremos en esta obra de
Sanmartí todos los arquetipos fundamentales de la psique humana: nuestro
Guardián del Umbral, así como la Música de las Esferas y el Séptimo Cielo.
Esta colección de pintura titulada “ALMAS” fue realizada
entre los años 2005/2012 en diferentes formatos y conjuntos. Un primer conjunto
consta de siete series de siete piezas cada una; su lenguaje es simbólico, su
expresión es la Forma, y su soporte es la plasticidad de la forma-materia
(estética), que no es, sino luz densificada.
Porque, La Forma <arquetípica> (Alma) es la expresión
de la Esencia o Principio esencial origen de su existencia, por lo tanto, su
resultado, la “forma materializada o exterior” es el símbolo del Alma Inmortal,
soporte, asiento y símbolo a su vez del Principio que le da su razón de ser: el
Espíritu que la envuelve. A todo esto, hay que tener en cuenta que los
investigadores científicos han buscado encontrar la verdad a través de un
conocimiento de la forma exterior, y nos han conducido a una posición de amplio
conocimiento y al mismo tiempo a una concepción paralela de nuestra profunda
ignorancia, hemos aprendido mucho de la vestidura externa de las cosas, pero no
salimos –salvo honrosas excepciones- de una región donde todo aparece
siendo hipótesis e inferencias.
Fuera el exhibicionismo, no ha lugar la imitación, sólo
co-creación en estado natural, los cimientos establecidos en su geometría
original desde la piedra angular. Simplemente el aspecto pasivo y substancia
primordial con toda la potencia virtual de Generación= el Dos; fecundado por su
razón de ser, la voluntad activa y esencia prima del Rayo creador= el Uno; y la
síntesis de ambos: la Forma [Arquetipo]= el Tres. Su resultado: la forma
exterior [El Mundo, la Humanidad (2)].
Abstracción de tiempo y espacio, eterno presente inmenso y
sintético, inviolable razón y ciencia afirmada, estilo luminoso y rico; en las
infinitas formas curvas, abiertas unas, cerradas otras, geométricas… círculos
en espiral hacia el sí mismo: el punto central, testimoniando cada una de sus
obras, con aguda precisión, la razón absoluta de ser.
Porque, detrás de la exterior cubierta material yace un
mundo de energías vivientes, fuerzas creativas responsables de la forma
exterior, símbolo en el que el dominio de la naturaleza material inferior hace
sentir su presencia con la facilidad de la expresión antigua del autentico
artifex, “yo soy él… que despierta al espectador silencioso” porque, la belleza
formal de la obra expone el punto de inicio de un acto de realización
espiritual suyo propio. Y, ya dentro (de la forma exterior), existe un impulso
hacia la expresión inteligente que capacita al hombre hacia un conocimiento del
Sí mismo, a un autoconocimiento; es entonces cuando puede ser conscientemente
el espectador, ya no se identifica con el aspecto material, sino que lo
usa como medio de expresión, de su propia expresión interior.
(2) La Gran Trí-Unidad Primordial: Padre, Madre, Hijo
(Sonido, Luz, Forma). Segunda Gran Tri-Unidad: Espíritu, Alma, Cuerpo. El Uno
es la Esencia Prima, Rayo creador, el Verbo, el Padre, aspecto activo, lo
masculino. El Dos es la Substancia Prima, la Madre, Potencia generadora y
aspecto pasivo, lo femenino. El Tres es su síntesis, el Hijo, el Alma, la Forma
interior [arquetípica]. Su resultado: el Universo manifiesto, la forma exterior
[forma materializada] El Mundo*.
*en el texto, las palabras que comienzan con mayúscula
“Mundo, Humanidad, Hombre” son simbólicas, representando al Universo material,
las diferentes humanidades… la persona individual.
En esta singular, originalísima y obra única, porque ni
puede ser copiada o falsificada, ni repetida por el propio autor, ya que,
pertenece a una abstracción, a un “tiempo sin tiempo” específico e irrepetible
físicamente, nos encontramos con una técnica del tratamiento de la
materia sin fórmula secreta que guardar, tan sencilla y espectacular como
compleja puesto que, conecta directamente con la esencia de la Naturaleza. El
color se densifica en la forma y el espíritu de su luz queda atrapado en la
materia como petrificado, a modo, valga la analogía, de los eternos instantes
de luz de las vidrieras de las catedrales góticas de los antiguos y auténticos
artifex, el “solve et coagula” de los viejos alquimistas.
LA CLAVE DEL LENGUAJE SIMBÓLICO
Si el símbolo es la representación sensible de una
idea, el principio al que debe su propia realidad, es la existencia de una
relación de analogía o correspondencia entre la idea y la imagen que la
representa. Por eso las verdaderas obras de arte son auténticos símbolos en un
elevado grado de comprensión, de realización, e igualmente las palabras orales
o escritas, ya que éstas, son una clase particular del símbolo. Si partimos de
la dualidad como presupuesto de toda manifestación y de que, toda oposición se
reduce realmente a una complementariedad y, en última instancia a la unidad de
origen, he ahí la representación simbólica en su esencialidad.
El mutus liber de los herméticos es literalmente el “libro
mudo”, es decir, sin comentario verbal, pero al mismo tiempo es el libro de los
símbolos, en tanto que, el simbolismo puede ser considerado realmente como el
“lenguaje del silencio”. Bien está que, esta idea de silencio se entiende aquí
que es sobre las cosas que son inexpresables por el lenguaje ordinario; una de
las funciones generales del simbolismo es sugerir lo inexpresable, hacerlo
presentir o, “asentir”, por la correspondencia que existe en la esencia de las
cosas que tienen un orden diferente y que permite la transposición de lo
inferior a lo superior, de lo más fácilmente comprensible a lo más
complejo y difícil. Platón recurre al empleo de los mitos (otra modalidad del
símbolo) cuando quiere exponer conceptos que rebasan el alcance de sus medios
dialécticos, porque los mitos responden de lo que hay más profundo en su
pensamiento, que no puede expresar más que simbólicamente.
ARTIFEX
Remontándonos en el tiempo, los oficios comprendían lo que
hoy conocemos separadamente como las artes, no había distinción esencial entre
ellos porque tenían la misma naturaleza cualitativa, esto es, el cumplimiento
por cada ser de una actividad conforme a su esencia o naturaleza propia; todo
su quehacer, indistintamente era considerado como derivado esencialmente de los
principios inmutables y a través de sus valores inherentes. Esto era tan cierto
para las ciencias, como para las artes y oficios –entendido esto en su
sentido más profundo y real- porque, por esta vinculación a los
principios, la actividad humana podríamos considerarla, “como transformada”, es
decir, de realización interior, en lugar de ser reducida a una simple cáscara
exterior, a un envoltorio estético, vacío y estéril. En definitiva, de lo
que se trataba y se trata es (apelando a la <reminiscencia> de Platón en
el Menón) del “despertar” las posibilidades latentes que el ser lleva en sí
mismo, sea indiferentemente actor o espectador.
En su origen, el “artifex” era indistintamente aquél que
ejercía un arte o un oficio, aunque en realidad, no era ni el artista ni el
artesano tal y como hoy en día se entiende; era algo más que uno u otro, porque
su actividad estaba vinculada –como se ha dicho- a los ciertos y
verdaderos principios que eternamente vibran en consonancia con la naturaleza
propia del Hombre y el Universo. La persona que ha llegado a la realización de
determinados estados interiores puede producir exteriormente, por la relación
de correspondencia del “microcosmos con el macrocosmos” efectos
correspondientes, y para quien los descubre y realiza, realmente reviste un
carácter “sacro y ritual”. Es al ser humano al que le corresponde decidir estar
de acuerdo o no, en vibración y armonía con su propia naturaleza, con su
verdadera esencia.
El arte-sano verdadero, prácticamente ha desaparecido y, el
arte, en su gran mayoría (con virtuosas excepciones) queda relegado a un
ámbito cerrado, a una suerte de “actividad de lujo” donde impera el más
lujurioso hedonismo y la vanidad más acentuada, es decir, la más densa
materialidad y vacuidad infinita.
Como las huellas dactilares, somos la multiplicidad en el
Uno, y la inmensa mayoría estamos inconscientemente desconectados de nosotros
mismos, de nuestra esencia, lastrados con nudos gordianos y tantos viles
metales adheridos, que andamos arrastrándonos en nuestra propia apariencia y
pesadez. Necesitamos reconectarnos, con nuestro propio esfuerzo y, bienvenida,
la ayuda de aquél que nos muestra la verdadera esencia a la que realmente
pertenecemos.
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