¿VAS A PROBAR?
By Rosa M.
Desde que nacemos y durante buena parte de nuestra vida, nos encontramos sometidos a un sin fin de patrones de conducta, pensamiento, educación, etc. A menudo, cuando llega un recién nacido, si es niña, le encasquetamos el lazo rosa en la cabeza (aún no me explico cómo) y taladramos sus pobres e indefensas orejitas para imponerle un par de pendientes, que no deben ser nada cómodos para la pobre criatura. Más tarde comienza la ardua tarea de inculcar creencias tales como "los niños no lloran" a los chicos, y "tienes que comportarte como una princesa" a las chicas (cuyo lazo rosa va aumentando de tamaño, algunas veces hasta lo imposible). Luego llega el uniforme del colegio, normalmente no se admite ni el más mínimo toque personal en él. En los primeros años de nuestra educación, se premia la conducta en serie, ignorando o castigando la creatividad de esos seres que necesitan empezar a manifestarse como verdaderamente son y sienten. Los llamamos raros, extravagantes, inadaptados,conflictivos,problemáticos... Acabamos aprendiendo que, si queremos ser aceptados y tenidos en cuenta, más vale que espabilemos y empecemos a hacer lo que todo el mundo hace, así nadie se sentirá amenazado, tendremos el beneplácito de nuestro entorno y nos dejarán en paz. Error, pero todavía no lo sabemos. La necesidad de sentirse integrado y cumplir con las expectativas que existen sobre nosotros durante la adolescencia, marca muchas decisiones que tendrán una transcendencia vital a lo largo de nuestra vida. Esta es la garantía de infelicidad y frustración a futuro. Descubrir las creencias limitantes y prejuicios que nos han inculcado desde pequeños, requiere un trabajo de toma de conciencia y reprogramación, todo un desafío apasionante que tiene como resultado el reencuentro con lo que siempre hemos sido y pocas veces nos han permitido manifestar. Las personas que verdaderamente han descubierto y potenciado su individualidad, son más felices, creativas, transigentes, solidarias... brillan por sí mismas, sin necesidad de parecerse a nada ni a nadie. La sensación de autenticidad y libertad que proporciona, francamente, merece la pena. ¿Vas a probar?
By Rosa M.
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