LAS
EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE DESDE LA CIENCIA
En 2008, un equipo
de científicos de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, inició el primer estudio a gran escala de las llamadas
“experiencias cercanas a la muerte” o ECM,
Estas percepciones son conocidas gracias a testimonios de pacientes. En nuestros tiempos, las técnicas de reanimación cardiaca han ayudado a que el número de testimonios de este tipo aumente.
La investigación, bautizada entonces como AWARE, fue realizada en centros hospitalarios del Reino Unido, de Norteamérica y de Europa con pacientes al borde de la muerte, y que fueron posteriormente reanimados. Ahora, se acaban de publicar sus resultados en la revista Resuscitation. El estudio ha durado cuatro años y ha abarcado 2.060 casos de muerte clínica por paro cardiaco en 15 hospitales distintos.
Hallazgos realizados
Entre sus descubrimientos, los científicos han destacado los siguientes en un comunicado de la Universidad de Southampton. En primer lugar, que los temas relativos a la experiencia de la muerte parecen ser mucho más amplios de lo que hasta ahora se había contemplado, pues van más allá de las ECM.
Por otra parte, se ha constatado que, en algunos casos de paro cardíaco, los recuerdos de conciencia visual compatibles con las llamadas experiencias extra corporales o extracorpóreas (sensación de estar flotando proyectado fuera del cuerpo) pueden corresponderse con hechos o situaciones reales.
Los científicos señalan que esta circunstancia podría darse en un porcentaje más alto de pacientes del registrado, pues muchos de estos pierden sus recuerdos tras la resucitación, por el efecto, sobre los circuitos de la memoria, de lesiones cerebrales o de la sedación.
Asimismo, los investigadores afirman que términos científicos ampliamente utilizados para describir este tipo de situaciones –como los ya mencionados “experiencias cercanas a la muerte” o “experiencias extracorpóreas”- podrían no ser suficientes para describir la verdadera experiencia de morir y su diversidad.
Además, señalan que los estudios futuros a este respecto deberían centrarse en situaciones de paro cardíaco, biológicamente sinónimas de muerte, en lugar de en otros estados médicos a veces mal definidos como "cercanos a la muerte".
Concluyen que los resultados obtenidos confirman que la muerte amerita una investigación seria y sin prejuicios, que permita comprenderla mejor como “proceso”. "Contrariamente a lo que se cree, la muerte no es un momento específico sino un proceso potencialmente reversible, que ocurre después de cualquier enfermedad o accidente grave hace que el corazón, los pulmones y el cerebro dejen de funcionar”, explica el Dr. Sam Parnia, autor principal del estudio.
Parnia es profesor asistente de medicina de cuidados críticos en la Universidad Estatal de Nueva York, donde dirige el proyecto de investigación "Resurrección" (Resuscitation Research) y es miembro de la unidad de medicina pulmonar y cuidados críticos de la Universidad de Cornell en Nueva York. Es conocido por ser un destacado experto en la investigación de las experiencias cercanas a la muerte.
Estas percepciones son conocidas gracias a testimonios de pacientes. En nuestros tiempos, las técnicas de reanimación cardiaca han ayudado a que el número de testimonios de este tipo aumente.
La investigación, bautizada entonces como AWARE, fue realizada en centros hospitalarios del Reino Unido, de Norteamérica y de Europa con pacientes al borde de la muerte, y que fueron posteriormente reanimados. Ahora, se acaban de publicar sus resultados en la revista Resuscitation. El estudio ha durado cuatro años y ha abarcado 2.060 casos de muerte clínica por paro cardiaco en 15 hospitales distintos.
Hallazgos realizados
Entre sus descubrimientos, los científicos han destacado los siguientes en un comunicado de la Universidad de Southampton. En primer lugar, que los temas relativos a la experiencia de la muerte parecen ser mucho más amplios de lo que hasta ahora se había contemplado, pues van más allá de las ECM.
Por otra parte, se ha constatado que, en algunos casos de paro cardíaco, los recuerdos de conciencia visual compatibles con las llamadas experiencias extra corporales o extracorpóreas (sensación de estar flotando proyectado fuera del cuerpo) pueden corresponderse con hechos o situaciones reales.
Los científicos señalan que esta circunstancia podría darse en un porcentaje más alto de pacientes del registrado, pues muchos de estos pierden sus recuerdos tras la resucitación, por el efecto, sobre los circuitos de la memoria, de lesiones cerebrales o de la sedación.
Asimismo, los investigadores afirman que términos científicos ampliamente utilizados para describir este tipo de situaciones –como los ya mencionados “experiencias cercanas a la muerte” o “experiencias extracorpóreas”- podrían no ser suficientes para describir la verdadera experiencia de morir y su diversidad.
Además, señalan que los estudios futuros a este respecto deberían centrarse en situaciones de paro cardíaco, biológicamente sinónimas de muerte, en lugar de en otros estados médicos a veces mal definidos como "cercanos a la muerte".
Concluyen que los resultados obtenidos confirman que la muerte amerita una investigación seria y sin prejuicios, que permita comprenderla mejor como “proceso”. "Contrariamente a lo que se cree, la muerte no es un momento específico sino un proceso potencialmente reversible, que ocurre después de cualquier enfermedad o accidente grave hace que el corazón, los pulmones y el cerebro dejen de funcionar”, explica el Dr. Sam Parnia, autor principal del estudio.
Parnia es profesor asistente de medicina de cuidados críticos en la Universidad Estatal de Nueva York, donde dirige el proyecto de investigación "Resurrección" (Resuscitation Research) y es miembro de la unidad de medicina pulmonar y cuidados críticos de la Universidad de Cornell en Nueva York. Es conocido por ser un destacado experto en la investigación de las experiencias cercanas a la muerte.
Hasta la fecha, los estudios objetivos sobre las experiencias cercanas a la muerte habían sido limitados.
Algunos, llevados a cabo por investigadores independientes, habían revelado que entre el 10 y el 20% de las personas con parada cardiorrespiratoria y muerte clínica presentan, en ese periodo, procesos mentales estructurados, capacidad de razonar e, incluso, recuerdos detallados de la situación en la que se encontraba su cuerpo, de su entorno o de las personas que intentaron reanimarlos.
Por otra parte, en 2001, una investigación médica realizada en hospitales holandeses con 344 pacientes que habían sufrido la muerte clínica por efecto de crisis cardíacas estableció que el 18% de ellos recordaba haber vivido experiencias mientras su cuerpo estaba sin vida.
Asimismo, en su libro Near Death Experiences of Hospitalized Intensive Care Patients, a Five Year Clinical Study, Penny Sartori, una enfermera de cuidados intensivo del hospital Singleton del País de Gales, describió en 2008 los resultados que obtuvo, durante cinco años de estudio del fenómeno de las ECM. También psiquiatras como Elisabeth Kübler-Ross o George Ritchie han investigado el tema.
Pero el proyecto AWARE va más allá de todas estas investigaciones, por su extensión. En porcentajes, reveló que un 39% de los pacientes analizados que sobrevivieron a un paro cardiaco y pudieron someterse a entrevistas estructuradas describían una percepción de conciencia durante el evento, pero curiosamente no tenían ningún recuerdo explícito de los acontecimientos.
Este hecho, según Parnia “sugiere que más gente tendría actividad mental inicialmente (en esa circunstancia), pero que no lo recuerdan tras su recuperación”, por las razones antes explicadas (lesiones cerebrales o el efecto de la sedación).
Entre los que sí informaron de una percepción de conciencia concreta y completaron todas las entrevistas posteriormente, el 46% señaló haber experimentado una amplia gama de recuerdos mentales en relación con la muerte, no siempre compatibles con el término “ECM” comúnmente utilizado. Entre esas experiencias, había algunas de miedo y persecución.
Solo un 9% de estos individuos contó experiencias compatibles con el término ECM y un 2% compatibles con el concepto de “experiencias extracorpóreas”, con recuerdos explícitos de "haber visto" y "escuchado" los acontecimientos que les rodeaban mientras estaban clínicamente muertos.
Uno de estos últimos casos fue validado mediante la utilización de estímulos auditivos durante el paro cardiaco. Además, los recuerdos detallados de percepción visual que contaron los pacientes fueron consistentes, según verificaciones realizadas, con los eventos acaecidos en realidad.
Un dato curioso que comenta Parnia es que, en todos estos pacientes, la conciencia pareció darse durante un período de tres minutos tras la pérdida de latido, a pesar de que se considera que el cerebro deja normalmente de funcionar tras 20 ó 30 segundos de haberse producido la parada cardiaca; y de que no se reactiva de nuevo hasta que el corazón se ha puesto otra vez en marcha.
Al estado de muerte clínica lo sigue un periodo de tiempo, de entre unos segundos y una hora aproximadamente, en el que los esfuerzos médicos pueden conseguir revertir el proceso de la muerte.
Conocer lo que las personas experimentan durante la muerte clínica supone una oportunidad única de comprensión del proceso humano de la muerte, explicó Parnia al inicio de su proyecto de investigación, en 2008.
El estudio AWARE ha usado para tratar de caracterizar este proceso una sofisticada tecnología de análisis del cerebro y la conciencia humanos, durante las paradas cardiorrespiratorias.
Asimismo, ha examinado la capacidad de “ver” y “oír” durante el estado de muerte clínica (de ahí la prueba auditiva antes mencionada; también se usaron imágenes aleatoriamente generadas, que se ocultaron para poder ser vistas sólo desde arriba, en caso de que los pacientes pudieran percibir sus cuerpos desde “fuera”, en las experiencias extracorpóreas). La investigación fue completada con tests psicológicos y técnicas de registro de la actividad cerebral.
En general, las sensaciones de siempre relatadas por pacientes que han superado la muerte clínica (como abandonar el cuerpo, levitar, miedo extremo, serenidad total, seguridad, calidez, absoluta disolución o la visión de una gran luz al final del túnel o de seres –que, según las creencias de cada individuo suelen identificarse con Dios, los ángeles, familiares fallecidos, etc.-) han hecho que se le dé al proceso de morir una perspectiva espiritual e incluso paranormal. El estudio AWARE ha tratado de aportar una respuesta científica a este respecto.
Hipótesis
científicas sobre la vida tras la muerte
Antes de empezar a
comentar y debatir respecto a si existe o no vida después de la muerte cabe
tener en cuenta que aunque parezca algo universal, la muerte puede ser
entendida desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, en el caso de que
existiera vida posteriormente a ella, dejaría de ser algo definitivo y
finalista para pasar a ser una especie de lindar hacia la siguiente fase de la
existencia. En caso contrario estaríamos hablando del final del ser, de la
existencia, y de la progresiva descomposición de lo que una vez fuimos.
Dicho esto, veamos
algunas de las diferentes hipótesis y teorías basadas en argumentos (si bien en
muchos casos son consideradas pseudocientíficas o sesgadas por parte de la
comunidad científica) respecto a la existencia de una posible vida después de
la muerte.
Las experiencias
cercanas a la muerte: núcleo de las teorías que suponen la existencia de una
vida posterior al deceso
Gran parte de las
hipótesis referidas a la existencia de la vida después de la muerte surgen del
estudio y análisis de las experiencias cercanas a la muerte: situaciones en las
que un sujeto ha estado clínicamente muerto (funcionamiento encefálico
incluido) durante un corto período de tiempo pero al que finalmente se ha
conseguido reanimar mediante diferentes técnicas. Especialmente conocido es el
estudio realizado por la Universidad de Southampton al respecto, iniciado en
2008 y cuyos resultados se publicaron en 2014.
El estudio
reflejaba una gran cantidad de casos de experiencias cercanas a la muerte en
pacientes con paro cardíaco que estuvieron clínicamente muertos pero a los que
finalmente se consiguió reanimar. En gran parte de estas experiencias y tras
haber conseguido recuperar al paciente, parece reflejarse que éste ha mantenido
un hilo de conciencia durante todo el proceso que provoca que incluso pueda
llegar a relatar lo que estaba sucediendo en la sala durante el período en que
estaba clínicamente muerto. También refieren sensaciones de flotación, de verse
desde fuera del cuerpo (y es desde esta situación desde la que suelen describir
qué ocurría mientras estaban muertos), sensación de enlentecimiento del tiempo
y paz. En algunos casos también relatan haberse entrado en un túnel de luz.
Hay que tener en
cuenta que es cierto que el cerebro puede permanecer vivo durante un breve
espacio de tiempo tras el cese de la respiración y la actividad cardíaca:
nuestra conciencia y percepción no se desactiva bruscamente, lo que podría
hacer que aunque nuestras constantes fueran incompatibles con la vida aún
poseyeramos unos segundos o incluso minutos de conciencia. Pero los estudios
realizados por la Universidad de Southampton señalan que en muchas de las
experiencias cercanas a la muerte el cerebro no tenía actividad durante el
período relatado en cuestión y que las descripciones ofrecidas por los
pacientes eran muy precisas a la hora de describir los objetos y situaciones
que se dieron durante su muerte.
Otro experimento
del mismo tipo ha sido llevado a cabo en la Technische Universität de Berlín,
con personas creyentes y ateas a los que han resucitado tras estar clínicamente
muertas y cuyas experiencias reflejan patrones semejantes a las anteriormente
descritas. Este tipo de teorías son algunas de las más importantes y de las que
mayor apoyo han tenido, llegando a presentarse conclusiones al respecto en la
ONU.
Biocentrismo:
hipótesis cuántica
Otra de las
hipótesis científicas que barajan la posibilidad de la vida después de la
muerte es, según Robert Lanza, el biocentrismo, que se basa en la física
cuántica. De hecho, considera que la muerte es sólo un producto de la
conciencia, una ilusión. Esta teoría implica que no es el universo el que forma
la vida sino lo contrario, que la vida genera lo que consideramos la realidad.
Es nuestra conciencia la que da forma a lo que consideramos que es el mundo,
entre ellas la misma muerte. También el espacio y el tiempo.
Para apoyar esta
teoría el autor tiene en cuenta los resultados de experimentos de doble
rendija, que manifiestan que una partícula puede comportarse a la vez como
partícula y como onda dependiendo de cómo se observe. También se parte de
aspectos como la percepción visual, que puede cambiar si se alteran los
receptores dedicados a ella.
El anteriormente
citado autor tiene en cuenta la teoría física de la posible existencia de
universos múltiples. Teóricamente, nuestra muerte podría suponer el viaje de
nuestra conciencia a otra dimensión o universo. La vida se considera algo
contínuo de lo que no es posible salir.
Teoría
de la Reducción Objetiva Orquestada
Esta teoría parte también
de la física cuántica para considerar que la conciencia no es más que
información cuántica programada de forma biológica en microtúbulos dentro de
las neuronas. Tras el deceso dicha información únicamente vuelve al universo.
También se ha usado esta teoría para intentar explicar las visiones que algunas
personas parecen tener en experiencias cercanas a la muerte.
La
ecuación de Yuri Bérland
Yuri Bérland es un
estudiante ruso que ha creado una ecuación matemática en la que partiendo de la
consideración de la vida como información y estando vinculada con el tiempo,
ofrece como resultado una constante. Ello podría indicar, según dicho
estudiante, que matemáticamente es posible considerar la vida como algo
constante y que por lo tanto no tiene un final, si bien se trata de una
hipótesis que aún no ha podido ser publicada.
Hipótesis
contraria a la existencia de vida tras la muerte
Una gran mayoría de
la comunidad científica considera que la muerte es el final, no existiendo
pruebas de la existencia de nada más allá de ella. El sustrato neuroanatómico
que permite la consciencia es el cerebro, lo que implica que tras el cese de su
actividad está también deja de funcionar.
También se propone
que las experiencias cercanas a la muerte y las sensaciones que manifiestan
quienes las sufren son normales y esperables como consecuencia de las
alteraciones biológicas producidas al momento de morir: alteraciones en el
temporal provocan efectos muy semejantes a las citadas, la visión de luz o un
túnel se asociaría al estrechamiento de la consciencia y la dilatación pupilar
propia de una persona en sus últimos momentos y la captación de detalles puede
deberse a la persistencia durante unos segundos del funcionamiento cerebral
mientras el organismo deja de funcionar.
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